De Buenos Aires- Argentina

Escribo únicamente por gusto y placer. Coleccionista de libros y buena música. Amante de las tardes lluviosas de invierno. Manija 24/7. Impulsiva. Apasionada. Sueño mucho y en grande. Viajar para renovarse. Improvisada siempre. Todo es un planazo


martes, 27 de marzo de 2018

Armate un basurero. Tené un lugar privilegiado y establecido dónde tengas el derecho de ir a tirar todo lo que no te sirve. Visitalo con frecuencia para pegarte en libertad esos gritos que tenés atravesados en la garganta. Ponele un nombre y una dirección. Elegite el basurero que más cómodo te quede. Que no se entere nadie. Es tuyo. Y entonces, cuando sientas que ya no podés más, empezá a correr. Dispará. Corré con ganas. Transpirate la camiseta, que te quede la espalda bien mojada. No dejes de correr. Que te latan las piernas y te tiemble el alma. Andá sumando y recordando todo el dolor, toda esa bronca , toda esa tristeza, todo ese fastidio que tenés adentro. Acordate quién te lo generó. Que pasó. Qué sentiste. Que sentís. Sentilo. No dejes de sentirlo. Dale que llegaste. Entrá de una patada y vomitá. Vomitá todo lo que te cayó mal este tiempo. Este día. Ayer, hoy y mañana. Puteá, gritá, llorá, pedí. Vomitá de una vez. Liberate de todo eso que tenés adentro y que te impide ser vos, ahí afuera.
Tocá para vos. Date lo mejor. Y que toda esa mierda se quede en el basurero.
Elegite un basurero dónde ir a dejar lo que tenés que tirar. Tirá, carajo. Que de a poco y de a ratos, te estás curando.

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